No hablaba de marañas
ni de arañas feas en tus cabellos.
Hablaba de una población enloquecida en tu cabeza
que habiéndose visto retorcida jugaba con tu pelo
como si se tratara de una feria.
Poblaban con locura tu semblante, como si recorrieran tu cuerpo silenciosos
y reventaban instantáneos en tus coyunturas.
Eran especies divertidas, ruidosas y espontáneas (no espantosas y homicidas)
eran fantasmas, eran espectros inadvertidos.
Vientos que explotaban intermitentes de tu vientre hacia las manos
desembocando casi todos en tu boca.
Eran fuentes irrisorias diminutas,
oráculos hambrientos,
deseantes,
anticipando como un juego el grandísimo espectáculo.
Eran bichos rechinantes con forma extraterrestre,
eran yuxtaposición de pensamientos
Eran mis besos en la cama,
mientras estabas tu riendo.
martes, 7 de abril de 2009
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