lunes, 17 de agosto de 2009

Cuervo en el horizonte.

Dedicado a Craig Arnold.


El cuervo, oteando los granos finales del camino
se fija en tus migajas de vida desfallecidas al borde del olvido:
las pistas que vas dejando como un amigo del misterio y la muerte
te dejan poliforme
y de tu carne de gorrión se destilan negras plumas por la bóveda de nuestra sangre.

Hubo ese pasado
en que
Quisimos a tu lado;
junto a ti amamos el vino
y leímos de tus labios ebrios a Dickinson y a Hoagland.
Aprendimos de cada engranaje rebosante que por largo tiempo
seriamos tus amables traducciones.

Y siendo la tipografía de tus versos una noticia vaga
te reconocíamos como el argumento vago de un poeta
serio,
profano,
e inclemente
llamado destino.

Fuiste la noticia final de un abril inesperado
y te supiste, esa tarde japonesa,
aquella ave de “agorero canto”
que se resquebrajaba en una fisura rosa al final de una postal que jamás entenderíamos.

(De lejos vemos ahora tus condecoraciones
como los compatriotas ingratos ven a sus muertos.)

Al final de la velada
-y del poema-
no serás sino un recuerdo en falso
y tendremos que velarte por siempre
por las noches que juntos,
todos,
no pudimos fragmentarnos.

1 comentario:

Val dijo...

Wow. No tengo nada más para decirte, además de que me encantó tu blog, lo que escribís, y cómo lo hacés.
Volveré.
Saludos!